Todos sabemos ya lo que le ocurrió a una chavala en San Fermín. La espectacular respuesta de la ciudad de Iruñea hizo que el desgraciado hecho se conociese por todos lados. También los detalles escabrosos necesarios para saciar el morbo humano y el periodismo sin escrúpulos. Sin embargo, gracias a ellos, hemos podido ver que no era la primera vez, que los protagonistas del triste episodio hacían algo así, además de enorgullecerse de hacerlo en grupos de colegas. Y ahí creo que está lo más grave de la historia. Se hace complicado entender que una persona sea capaz de llegar a una violación. Muchísimo más que lo hagan entre cinco. Pero se hace muy duro que en un chat de wasap de ¡veintiun! personas, nadie diga nada, ni se posicione en contra, cuando cuentas sus "hazañas".
Está claro que ahí hay un grave problema de mentalidad. No estamos hablando de gente mayor, con un ideario anclado en el pasado sino de jóvenes veinteañeros, como aquellos que jaleaban a otro agresor en un campo de fútbol. Nos parece que estamos avanzando pero parece que ciertos sectores de la sociedad van hacia atrás. El problema educacional es bastante serio y quizá todos deberíamos reflexionar si cuando vemos o pasamos ciertos vídeos, podemos estar haciendo daño a alguien.