EL NUEVO SANTO

Era día catorce y la ansiedad que provoca el saber que hasta dentro de un año no hay otro encierro en Pamplona, le hizo arriesgar demasiado. Tanto, que tras un inoportuno tropezón, el asta del penúltimo toro le pasó rozando el cuello; por fortuna, todo quedó en un susto. Venerable Siervo de Dios.

Tras la siesta, mientras se vestía por última vez de blanco, le vinieron a la memoria la mezcolanza de bebidas y comidas de los últimos días y cuando abrió el armario del baño y vio las cajas de protectores gástricos e intestinales sin empezar, una sonrisa iluminó su cara. Beato

Sólo le faltaba un paso para la santidad. Para ello necesitaba, el milagro más difícil, me refiero a ligar en San Fermín, por mucha época festiva que fuese, Pamplona siempre era Pamplona, pero entonces apareció ella, como una musa, por la puerta del bar. Una hora más tarde se besaban apasionadamente. Cuando salieron abrazados rumbo a su hogar, pasaron por delante de la iglesia de San Lorenzo. Espera un momento, le dijo a su acompañante. Entró a la capilla y vio como San Fermín, agotado pero sonriente, le guiñaba un ojo;  ya era uno de los suyos.

(Relato presentado al concurso de microrrelatos sanfermineros de blogsanfermin.com )