El panorama que dejaron las elecciones navarras fue tan esperanzador para unos como de desconsuelo para otros. La preocupación de estos últimos era tremenda. Pensaban que las tierras navarras iban a desparecer del mapa al estar el gobierno navarro y sus principales poblaciones en manos de abertzales y rojos.
Pronto se vio que era mucho ruido y pocas nueces. Y es que si comparamos el recibimiento a Joseba Asirón, alcalde de Iruña:
Con la quedada alternativa de los que decían "yo no voté a Bildu" (además de la media de edad) la cosa no tiene mucho color.
También llegó Uxue Barkos al gobierno navarro y con un potente equipo de gobierno, formado por gente a priori competente y formada para el cargo para el que han sido elegidos.
Han pasado meses y Navarra siguen en pie. Como lo hacen el resto de pueblos y ciudades. Y pese a la guerra que dan con cualquier chorrada, símbolo o actuación a la que no estaban acostumbrados, seguirá así durante años. Solo espero que la presidenta y los principales alcaldes soporten toda la brutal presión mediática y en cuatro años, muchos de esos que ven este cambio con miedo, se den cuenta de que no había nada que temer. Que se hace de día igual, y que incluso lo hacen mejor que los anteriores. Seguro que decepcionarán a mucha gente, pues siempre es más complicado construir que destruir, pero con lo que ha costado llegar hasta aquí, habrá que disfrutarlo.