Y es que nuestra ciudad da para muchas historias como aquella de hace unos meses en el que a dos mujeres de la plataforma abrazos gratis, que vinieron con intención de repartir achuchones y cariño, también les denegaron el permiso ya que no podían hacer frente a exigencias tan absurdas como tener un seguro de responsabilidad civil de 300.000 euros.
Un clásico de estas fechas, es también la negativa a ceder un espacio a Gora Iruña, la plataforma para unas fiestas populares. Este año y pese a que nadie se ha presentado a un concurso para gestionar un espacio, siguen erre que erre desestimando un programa que al ayuntamiento le sale a coste cero y que enriquece los actos sanfermineros en todos los horarios.
Otra cosa que sólo puede suceder en Pamplona-Iruña es la curiosa manera de exponer el arte. Es más sencillo enseñar piezas arquitectónicas yendo de parking en parking, que haciéndolo por la superficie. El que era el palacio real del reino de Navarra y que debería ser el epicentro del turismo pamplonés vivió en total abandono durante más de veinte años mientras era presa de varios incendios hasta que fue reconvertido en Archivo General. Las murallas de los siglos XII al XVI fueron arrancadas para hacer los parkings de la Aduana y Plaza San Francisco. Las termas romanas y demás tenemos que verlas en los parking de la Plaza del Castillo, Avda Roncesvalles o Baluarte, o si no directamente en la escombrera que es donde terminaron gran parte del tesoro arqueológico antiguo de Navarra. El Euskal Jai, único edificio modernista que quedaba en el casco viejo, ha sido convertido en centro hidrotermal tras pasar por las manos de unos okupas y de la dejadez consistorial. Por cierto, ¿cómo se llamaba la campaña de turismo navarra? Ah! Sí, Reyno de Navarra. Conforme aparquen podrán verlo.
Pero también hay otra cosa que sólo puede suceder aquí y son las fiestas de San Fermín, así que en las fechas en que nos encontramos, lo mejor será pensar en ello. Ya falta menos. A disfrutar.