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Hola muy buenas: Soy abierto, vitalista, enérgico, noble, equitativo, idealista, generoso, leal, buen organizador, protector, perfeccionista, con voluntad de poder y gran sentido del espectáculo y de lo dramático. Pero también despótico, egocéntrico, cruel, dogmático, intolerante, vanidoso, ansioso de poder y débil ante el halago. Si tienes suerte, te tocará mi mejor lado, si no, lo siento pero ni siquiera yo soy perfecto.

sábado, 19 de agosto de 2017

BARCELONA

Yo odio a los que no profesan mi religión.
Tú odias a los que graban con sus móviles imágenes de la tragedia y las comparten en vez a ayudar a unos heridos.
El odia a todos los moros porque cree que son asesinos en potencia y ha oído algo sobre manteros y subvenciones públicas.
Nosotros odiamos a una sociedad hipócrita que conoce que tan solo somos monigotes manejados por cuatro poderosos que prefieren enriquecerse en Arabia Saudí o Qatar antes que terminar con el yihadismo.
Vosotros odiáis que hablen en catalán.
Ellos odian que haya gente que aproveche un atentado para atacar nacionalismos, lenguas o incluso equipos de fútbol.
Y al final, con tanto odio, se nos olvida amar a los que atendieron a los heridos, a los que interrumpieron una huelga, a los taxistas que trabajaban gratis para sacar a la gente de allí, a los que salieron al día siguiente a la calle a decir que no tenían miedo, a los que profesan una religión pero respetan las demás, a los que distinguen entre musulmanes y salafistas, a los que intentan informarse y no hacer caso de bulos malintencionados, a los que no aprovechan desgracias para mezclarlas con sus enemigos políticos, a los musulmanes que dicen, no en mi nombre, a los que llenaron los hospitales por si hacía falta sangre. Amar a los que, en definitiva, son la inmensa mayoría.