También estuve en el banco, con uno de esos banqueros que pasan tanto tiempo entre números que se olvidan de que cuando levantan la cabeza, lo que tienen delante es una persona. De hecho, miró mucho más a su ordenador, que a mí. Con la sensación haber sido tratado como si fuese un número, salí de allí.
Aparte de eso, creo que nos hemos auto impuesto una dictadura de lo políticamente correcto en la que no podemos ni expresarnos. El bienquedismo se adueña de nuestras palabras por el miedo a qué dirán el resto y si sacarán nuestro comentario de contexto.
Y para rematar, es triste comprobar como está en auge un pseudoperiodismo consistente en mentir a sabiendas con el único objetivo de manipular. Soltar la burrada, para que se la crean los mitómanos informativos fieles a sus ideales y algún pardillo que ande despistado. Esparcen el ventilador de mierda, desinforman, crean odio y al día siguiente, a por otra noticia manipulada.
A día de hoy recibir una llamada de teléfono de alguien conocido para algo causa preocupación que otra cosa y te tienes que enterar de lo que hacen tus amigos a través de las redes sociales.
¿Tan difícil es tenernos respeto entre personas como para no tener que hablar con una máquina?
¿O no ser tratado como una puñetera cifra?
¿O tener miedo de decir algo políticamente incorrecto?
¿Es el nuevo periodismo publicar algo que sabes que es incierto solamente para hacer daño a tu enemigo político?
¿Tanto nos cuesta tener una conversación con la gente de nuestro entorno?
Dicen que vivimos en una nueva era de las comunicaciones, pero parece que el ser humano es cada vez más idiota para comunicarse.