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Hola muy buenas: Soy abierto, vitalista, enérgico, noble, equitativo, idealista, generoso, leal, buen organizador, protector, perfeccionista, con voluntad de poder y gran sentido del espectáculo y de lo dramático. Pero también despótico, egocéntrico, cruel, dogmático, intolerante, vanidoso, ansioso de poder y débil ante el halago. Si tienes suerte, te tocará mi mejor lado, si no, lo siento pero ni siquiera yo soy perfecto.

domingo, 25 de octubre de 2009

VOY AL REYNO DE NAVARRA

24/10/2009
 
Dicen que peligra la comunicación, que las nuevas formas de comunicarse, internet, mensajes de móvil, acabarán con el lenguaje actual, sin embargo, estos estudios obvian uno de los principales argumentos de la dificultad para expresarse en el futuro: la imaginación del gobierno navarro. A día de hoy, Reyno de Navarra, no sólo se refiere a aquel antiguo reino independiente durante siglos, sino que puede ser; desde un campo de fútbol, hasta en breve un pabellón y frontón, un hospital, pasando por la publicidad de varios equipos de balonmano e incluso, una campaña publicitaria para el turismo navarro, que para mayor curiosidad se llama tierra de diversidad; ¿de nombres?. Más les valía defenderlo en vez de nombrarlo tanto. Es tanta la originalidad y derroche de energía que gastan en poner trabas a cualquier atisbo de cultura popular o euskera que no les queda imaginación para nada más. Así que no quiero ni pensar lo que, si seguimos a este ritmo, puede ser la comunicación en Navarra de aquí a  unos años...
Conversación de cuatro amigos, año 2022:
- Voy al Reyno de Navarra
- Anda! Yo también!
- Y yo!
- Y yo!!
- Ya estoy con la camiseta de Osasuna.
- Ah! No, yo voy al Pabellón Reyno de Navarra Anaitasuna, a ver al Reyno de Navarra Anaitasuna.
- ¿Cómo puedes ir ahí?
- Claro! Cómo tu eras del San Antonio Reyno de Navarra, no puedes superar que ahora estén en la liga Reyno de Navarra Asobal.
- No empieces, de todas formas no nos vemos, porque yo voy al frontón Reyno de Navarra, a ver la final del campeonato manomanista Reyno de Navarra.
- Podemos quedar luego, para hacer echar unos kalimotxos a la noche.
- Con vino Reyno de Navarra, no?
- Por supuesto. He oído que hay gaupasa en el Reyno de Navarra.
- ¿En el frontón?
- No, en el barrio Reyno de Navarra, lo que antes se llamaba la Txantrea.
- Pero antes, cenamos en el Reyno de Navarra, no?
- ¿En el pabellón?
- No, en la peña. ¿No te acuerdas que ahora se llama así?
- Sí claro, que para que nos diesen la subvención tuvimos que quitar el nombre en euskera y que la txaranga sólo tocase pasodobles.
- Vale, pues yo llevo unas alcachofas de la Mejana del Reyno y de postre goshua del Reyno navarro.
- O.k. Hablo con el carnicero y pillo un cordero denominación de origen, Reyno de Navarra.
- Vale, y tú ¿por qué no dices nada?
- Porque casi no puedo hablar, yo es que a donde voy es al Hospital Reyno de Navara, que tengo un catarrazo, el aire acondicionado del Reyno de Navarra.
- ¿Del tren?
- No, del tranvía.
- Un amigo médico ha inventado un nuevo jarabe, está buscando patrocionio con el gobierno navarro.
- Me imagino el nombre.
- Cómo para no!!! Venga, que te mejores.
- Qué lo paséis bien en el Reyno!!
- ¿En cúal?
- Vete tú a saber.

jueves, 8 de octubre de 2009

EGIPTO


08/10/2009
Día 1: San Fermín Txikito.
Sobre las doce de la noche, salgo de la asociación de vecinos y atravieso Navarrería para ir a casa, coger la maleta y hacer el último repaso. El bus viene a la 1.15. puntual. No me puedo tumbar, asi que entre la radio y los ronquidos de los de al lado, apenas duermo. Llegamos a la estación de Barcelona, desayuno y busco información para ir al aeropuerto. Cogo un tren de cercanías y llego al aeropuerto con toda la mañana por delante. Repaso foros, información, leo la prensa y tras un pintxo, subo a facturar la maleta. Después control de aduanas y al avión. Poco más de cuatro horas de viaje y aterrizamos. A la tercera paso el control de aduanas, tras dos intentos fallidos por un papelico y el visado que vale 15 euros en vez de 34. Un hombre me grita Aitor, Aitor y me dice que es el encargado de llevarme al hotel. Sale mi maleta y voy con dos parejas más, y me dejan en el que de momento será mi hotel, pero sólo por unas horas. Tras dejar todo en mi habitación, ceno en el buffet del hotel con pocas ganas y a dormir, que mañana a las cinco me despierto para ir de nuevo al aeropuerto. Mi sueño por fin se cumple. Estoy en Egipto.
Día 2: Empiezan los madrugones.
A las cinco hay que despertarse, pero en el hotel deciden unilateralmente despertarme a las 4.30. Tras el desayuno, al aeropuerto, lleno de gente y bastante kaótiko, gran grupo, por cierto. Llegamos a Luxor y un hombre nos lleva hasta el barco Nile Quest, Al-andalus, al parecer bueno y superior a la categoría que tenía, o sea que perfecto. Dejo y deshago por fin la maleta, tras dos días a cuestas con ella, y mañana libre pese al madrugón, que aprovecho para ordenar cosas, repasar viaje e instrucciones, intentar dormir algo y ver el barco. Tras comer con dos mejicanos, una pareja de Donosti, y otra de Tenerife, quedamos con el guía, aunque no es el mío todavía y visitamos los templos de Karnak y Luxor, amplios y majestuosos. En Karnak algo justo de tiempo, y Luxor se nos hace de noche, pero con buen ritmo de fotos y videos. Vuelta al barco y tras una ducha, bajamos a cenar a las 20.30. Me mandan con otro grupo, pero como no han llegado todavía, vuelvo para el postre con mi grupo anterior y a dormir.
Día 3: El nuevo grupo
Nuevo madrugón ya habitual en los últimos días para visitar el valle de los Reyes, donde se encuentra la famosa tumba de Tutahnkamon y varias más bajo la cumbre. Vemos los relieves, aunque no se pueden sacar fotos y entro en la de Tut, donde está la momia. Luego visitamos el templo de Medinet Habu y vemos los colosos de Memnon. Empezamos la navegación y cenamos con mi nuevo grupo, una pareja de Valladolid, una madre con sus dos hijas catalanas y tres mujeres más mayores, dos de ellas gallegas y otra de Badajoz.
Día 4: Día del disfraz
Llegamos a Edfu, y vamos en calesa, una especie de diligencia, guiada por un caballo, y que me dejan conducir para ver un nuevo templo, el del dios Halcón, con sus relieves que cuentan batallas. Hay demasiada gente. Seguimos navegando hasta Aswan, con bonitos paisajes por el Nilo, y me baño en la piscina. Luego hay fiesta de disfraces y juegos en el barco con las fotos y presentaciones oficiales. Son casi las doce y mañana nos levantamos a las 2.30. Sí, de la mañana. Entre el desfase de dormir que ya traía y los madrugones empiezo a tener unas ojeras mayores que las del Jonan de Baraka un lunes.
Día 5: Día del estrés
Tras la pequeña siesta, salimos con el picnic hacia el bus, y paramos en un control obligatorio para ir en convoy militar hacia Abu Simbel. Duro viaje por la curiosa conducción egipcia y la carretera, y espléndida puesta de sol en el desierto. Llegamos y vemos el impresionante templo de Abu Simbel. Curioso que fue salvado ya que en su ubicación original estarían muchos metros por debajo del agua. A la vuelta vemos la presa de Aswan, y el obelisco inacabado en un autobús incomodísimo. Llegada a la una, y sin tiempo de nada, a comer. Después, aunque en principio tenía otra excursión, al final me dan fiesta, un poco de desorganización pero que me viene bien para echar una merecida y necesaria siesta; tras la cual, visitamos el templo de Philae, dedicado a Isis, y donde hay un espectáculo de luces y sonido.
Mucho trote de día, así que tras una menta, que una vez más mi camarero favorito no me cobra, vamos a dormir.
Día 6: El mercado
Nos despertamos a las 7, tras casi ocho horas seguidas de dormir, algo que no hacía desde hace casi una semana y vamos al poblado nubio. Nos trasladamos en faluca, embarcación de vela típica egipcia y luego en lancha motora hacia el poblado, entre bonitos paisajes. Llegamos al poblado, donde cogemos cocodrilos y, vemos camellos y paramos para bañarnos en el Nilo. Sí, yo también me bañé. Volvemos y mi grupo se va del barco, así que tras la comida, nos despedimos. Por la tarde, libre, así me voy con mi mochila a ver el otro Egipto, adentrándome en las calles y viendo la cruda realidad del país. Pobreza extrema de la mayoría en un país que debería ser rico; turismo, petróleo, gas y canal de Suez, deberían ser suficientes para alimentar todos sus habitantes, pero los políticos hacen que esto sea así, y todo sigue igual con unas elecciones que siempre son amañadas para que gane Mubarak, ante la pasividad de la ONU. Voy al mercado de las especias de Aswan, con cientos de puestos, parecidos entre sí, en una kilométrica calle donde salen y te invitan a entrar a sus puestos sin parar. Vuelvo al hotel y ceno con un nuevo grupo que ha venido hoy.
Día 7: Último templo
Por delante días hasta volver a Luxor, así que toca relax, todo lo contrario que la gente que ha venido al barco. Por la mañana vuelvo al mercado en busca de fotos interesantes y luego me traslado en taxi hasta el museo nubio, donde veo una vez más la curiosa circulación de Egipto, donde no existen reglas sino la ley de la bocina. Tras la comida, seguimos navegando y nos dirigimos al templo de Kom Ombo, último que me queda por ver. Lo vemos de noche y de nuevo subimos al barco para seguir navegando. Otra fiesta de disfraces donde gano el juego de la cuchara y tras unos bailes, a dormir.
Dia 8: Relax
Por la mañana desayuno y luego mañana de piscina, leer, escribir, fotos ver atravesar la esclusa de Esna. Curioso. Me junto con una pareja que viven en Cascante, y tras la comida, paso la tarde con ellos, mientras el resto visitan un templo que yo ya he visto. Antes de cenar doy una vuelta por Luxor, para ver calles alternativas y el museo. Tras la cena, pronto a mi camarote ya que al día siguiente madrugo para salir hacia El Cairo, y tras los serios problemas para cerrar la maleta, me voy a dormir.
Día 9: El Cairo
A las 7 de la mañana sale el vuelo de Luxor hacia El Cairo, así que nos acercan hasta el aeropuerto y aterrizamos en El Cairo, donde aparece un representante de la agencia para llevarme al hotel y ver una nueva demostración de conducción de esta ciudad, con las únicas leyes de la bocina y el primero que mete el morro pasa. Llego sobre las 9.45 y a las 10 tengo que marchar, así que con la maleta a medio deshacer salgo de nuevo en busca de más gente y nos llevan a una bonita mezquita donde hay que descalzarse. Luego vemos una iglesia católica y comemos en tiempo record para seguir con la visita al museo, que es interesante, sobretodo los tesoros de la tumba de Tut, pero que se alarga durante más de dos horas lo cual se me hace larguísimo, tras llevar de pie desde las 4.30 de la mañana. Después nos acercamos al mercado de Khan el Khalili, unos de los mayores del mundo, con cientos de puestos que rompen todas las leyes de mercado. Busco la tienda de Jordi, que tiene precio fijo y no hay que regatear y hago las últimas compras. Llego al hotel y me meto directo a la cama sin cenar de puro cansancio, que mañana a las 6 de la mañana nos levantamos para ver las pirámides.
Día 10: Despedida
Suena el despertador y desayuno con dos catalanas con las que estuve en el crucero y que están en el mismo hotel y salimos a buscar más gente. Es 6 de Octubre y es fiesta en Egipto así que hay menos tráfico. Al final, me separan de las catalanas y vamos cada cual con nuestra guía. Vemos las famosas pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos y visitamos una fábrica de papiros antes de ir a comer, donde nos juntamos con los otros grupos. Dolors y Carme, las catalanas me convencen para ir a la típica cena egipcia de la noche, y a la tarde me da pereza coger un taxi y empezar el regateo así que me tumbo en las piscina a leer hasta acabar "El niño con el pijama de rayas". Partimos hacia la cena espectáculo entre ambiente futbolero, el mundial sub-20 es en Egipto y juego hoy el equipo local, y vemos una calle que es un cementerio ocupado donde vive la gente, una calle con varias mezquitas y echamos un té con menta y una sisha en un bar de el Khalili. Luego salimos hacia el hotel del espectáculo con su cena y un hombre que no para de dar vueltas sobre sí mismo. Como no podía ser de otra manera, me sacan a formar parte del espectáculo y por mi gran actuación me regalan un papiro. Vuelta y tras lograr cerrar la maleta, a dormir, mañana a las 5.30, último madrugón de Egipto.
Día 11: Día de los medios de transporte.
Salgo del hotel, y cojo un bus al aeropuerto, gasto mis últimas libras egipcias en comprar un postre que degustar con mis queridos amigos este sábado en la peña Euskal Herria de Burlata, y me monto en el avión, un taxi en Madrid hacia la estación, ando un poco por la ciudad, cojo el tren y vuelvo a casa en coche. Se acabó el viaje, hogar dulce hogar.
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