Esta es la
historia de un presidente que tuvo que acudir a terapia de un psiquiatra por su
odio a los niños. Durante su mandato hizo cosas realmente ridículas, fue
retirando todas las subvenciones a los lugares donde estaban los niños de por
medio, como escuelas, bibliotecas infantiles, ludotecas o guarderías. Pese a que, la mayoría de sus súbditos querían a los niños, se inventaba leyes absurdas como
no hacer colegios para niños dependiendo de la zona en que se situasen, o hacer
lo posible para que los niños desapareciesen del paisaje cotidiano. También
impidió sistemáticamente que tanto los programas de televisión como de radio que
contuviesen alguna programación especial para niños se pudiesen
sintonizar.
Tras hablar
con el paciente, el doctor en Psiquiatría le diagnosticó que tenía fobia a los
niños y que necesitaba tratamiento.
Esta historia
que parece una absurda ficción pasa a ser tan real como el diagnóstico del
doctor si en vez de niños ponemos euskera.
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