ESCALADA REPRESIVA Y METODOLOGÍA PARA COMBATIRLA

Aunque la crisis ocupe el mayor tiempo de los informativos actuales, es evidente que el partido popular está aprovechando bien su mayoría absoluta para iniciar una escalada antisocial y represiva a todos los niveles. Hace unos días hablaban con total naturalidad de prohibir manifestaciones, la semana pasada dijeron que también iban a ser penados los vídeos que tuviesen imágenes de policías haciendo su "trabajo" (claro lo que no se ve, no existe), la resistencia pasiva va a ser considerada delito, Gallardón que parecía la cara amable de su partido nos ha colado sin casi darnos cuenta, la cadena perpetua y se empeñan en hacer recursos para mantener encarcelados a presos que tenían que estar hace años en la calle, con la situación en la que estamos. No quiero ni pensar en privatizaciones y recortes sociales y de derechos.
También de vez en cuando salen voces, estilo a la del militar que quería empezar a bombardear Catalunya, o el ex-diputado del PP que dijo que las leyes están como las mujeres, para violarlas.
Para combatir todo esto, parece que tenemos a la sociedad más dormida de la historia. Se han perdido en tres o cuatro años, todos los derechos que se habían ido consiguiendo durante décadas de lucha, y las últimas noticias que tengo del 15-M en los últimos meses es que iban a hacer una cacerolada.
Guau!!! ¡Una cacerolada!!! Ya tenemos al estado contra las cuerdas.
En la famosa, pese a su silencio mediático, revolución islandesa, el gobierno dimitió tras unas manifestaciones en su capital, pero evidentemente, al tipo de político que hay en el estado, no lo sacas de ahí ni con aceite hirviendo.
Es por ello, por lo que estamos obligados a nuevos métodos de lucha. El estado siempre contraataca y ve por donde puede contrarrestar la lucha de la calle, así que ya tiene la batería de medidas para que cualquier protesta sea delictiva, y si en algún lugar no puede hacerlo, cambia de estrategia. Hace unos meses en Asturias los mineros montaron un cristo de impresión, pero desde el estado sabían que con la represión policial no iban a conseguir nada. Así que su estrategia fue el silencio mediático. Nada salía en la prensa, mientras la gente que vivía allí, creía estar en medio de una guerra.
Mientras el estado piensa, y avanza, el pueblo se ha quedado obsoleto. Creo que las manifestaciones y huelgas son herramientas anticuadas, que han sido válidas durante muchos años, pero que ya no sirven, o por lo menos no de la manera que lo hacían antes y la gente empieza a darse cuenta de ello. Basta con un baile de cifras de ambas opciones entre el estado y los convocantes para que la gente ya empiece a dudar. Son métodos que ya no causan ninguna ilusión ni esperanza.
Urgen nuevos sistemas de lucha, más imaginativos y diferentes a los que hasta ahora ha habido. Antes de que nos cuelen todo lo que están pensando por la puerta grande.